Las autoridades alemanas han redoblado los dispositivos de seguridad ante la próxima Nochevieja, en un intento por impedir abusos sexuales masivos como los registrados hace un año en Colonia (oeste) y bajo el impacto del atentado terrorista de la semana pasada en Berlín.
«Todo el mundo tiene que poder festejar, con la debida libertad y seguridad», apuntó hoy la alcaldesa colonesa, Henriette Reker, para añadir que la población no debe dejarse intimidar «ni por la delincuencia común ni por el terrorismo».
Las fuerzas de seguridad actuarán «con contundencia» ante todo conato de violencia, apuntó el jefe de la Policía de Colonia, Jürgen Matthies, al presentar el nuevo concepto de seguridad «readaptado», dijo, tras el atentado del pasado 19 de diciembre en la capital.
«El ataque contra el mercadillo navideño evidenció cuán frágil puede ser una fiesta», afirmó Matthies, a la vez que detalló un plan que implicará, solo en el núcleo urbano colonés, el despliegue de 1.500 agentes.
Patrullarán no sólo por las inmediaciones de la catedral y la estación, donde el año pasado se produjeron los abusos sexuales y robos con intimidación contra centenares de mujeres, sino también por el resto de puntos vulnerables, sean fiestas o lugares públicos.
«Estamos analizando todos los indicios de peligro recabados tras el atentado de Berlín», añadió Matthies, en alusión al ataque del 19 de diciembre, presuntamente cometido por el tunecino Anis Amri y donde murieron doce personas y medio centenar resultaron heridas.
Amri cayó abatido el pasado viernes en Milán (Italia), tras disparar contra un agente en un control rutinario y donde llegó tras haber recorrido, según las sucesivas informaciones, Holanda y Francia.
El ataque, perpetrado con un camión que invadió la zona peatonal, sigue siendo investigado por la Fiscalía federal.
El Gobierno de la canciller Angela Merkel mantiene la alerta, ya que se buscan a posibles cómplices. Este mismo miércoles fue detenido en Berlín otro tunecino, de 40 años, sospechoso de haber actuado de contacto de Amri,
La seguridad al cien por cien no existe, admitió Matthies respecto al dispositivo preparado para Colonia, dispuesto para «brindar el máximo de protección» y acotar «todos los peligros».
Colonia sigue bajo el síndrome de los acoso, abusos sexuales -en algunos casos, incluida violación- y robos de forma masiva registrados esa Nochevieja entre la estación de ferrocarril y la catedral en la Noche.
Los agresores eran mayoritariamente norteafricanos llegados de varios puntos del país, entre ellos peticionarios de asilo, así como algunos sirios, afganos y de otras nacionalidades.
En los días siguientes se llegaron a presentar unos 1.200 denuncias, de las cuales sólo una mínima parte derivaron en procesos, con una treintena de condenas.
La Policía colonesa quedó esa noche desbordada por la situación y la Justicia no ha logrado tampoco aclarar lo ocurrido; se dictaron apenas tres sentencias por delitos sexuales, mientras que el resto correspondieron a robos con intimidación o acoso.
Las imágenes y denuncias de esa noche precipitaron un vuelco en la opinión pública ante los refugiados y de la actitud inicial mayoritariamente solidaria se pasó al rechazo, en un país que desde principios de 2015 recibió a 1,2 millones de peticionarios de asilo.
Merkel, presionada por el ala más conservadora de sus filas, trató de salir al paso aprobando una serie de medidas para agilizar de expulsiones de inmigrantes que hubieron incurrido en delito.
En este año se ha expulsado a 25.000 extranjeros irregulares e impedido la entrada a otros 20.000, mientras que unos 55.000 han abandonado voluntariamente el país, según datos publicados hoy.
A la conmoción por los abusos de Colonia siguieron dos ataques yihadistas perpetrados en Alemania asimismo por refugiados -ambos en Baviera, el pasado julio-, varias violaciones en distintos puntos del país presuntamente cometidas por peticionarios de asilo y, finalmente, el atentado de Berlín.
La alarma se desata ante toda agresión, independientemente de sus consecuencias, como fue esta Navidad el intento de siete refugiados de prender fuego a un indigente que dormía en el metro de Berlín, quien salió ileso tras intervenir en su ayuda otros pasajeros.
Mientras las autoridades refuerzan los dispositivos de seguridad de todo el país, la ultraderecha busca la forma de rentabilizar el estupor ante los actos de violencia cometidos por refugiados.
La Policía colonesa prohibió ayer la manifestación convocada por el ultraderechista Partido Nacional Democrático (NPD), la misma Nochevieja, para «alertar» contra la acogida de refugiados.
EFE