Las imágenes de Miami hablan por sí solas: calles anegadas, vehículos atascados, locales comerciales y viviendas inundadas de agua, vías cortadas y miles de personas tratando de sobreponerse al caos. Publicado en El Diario de Las Américas.
El Centro Nacional de Huracanes, con sede en Miami-Dade, anticipó que los remanentes del huracán Agatha, que golpeó el sur de México, traerían fuertes lluvias a Miami y el sur de Florida. Tanto como 10 pulgadas de precipitación y acertó.
Calles de Brickell, Biscayne, Pequeña Habana y otras zonas se inundaron y el agua penetró en comercios y viviendas y más de 50 vehículos quedaron atrapados.
La alcaldía de Miami asegura que “trabaja en ello” desde hace más de 10 años, con limpieza de alcantarillas y mejoras a las bombas eléctricas que “controlan” el flujo agua, pero la situación no se alivia.
La crítica pública es cómo una ciudad como Miami, que figura en los mapas por su progreso y altos edificios, no pueda tener un buen desagüe.
Si a esto sumamos las pérdidas materiales por reclamar, tanto a compañías de seguro como a las autoridades, la factura podría ser multimillonaria: vehículos dañados, locales comerciales y viviendas afectadas.
“Ya recibimos varias reclamaciones. Al final, todos tendremos que pagar las consecuencias: mayores primas a pagar en unos meses”, señaló Mario Moreno, presidente de Access Insurance, en Miami.
¿Por qué?
La población crece, a la par del auge urbanístico, y aunque existen regulaciones precisas para controlar el crecimiento y evitar el colapso de servicios, como calles, transporte, escuelas públicas y alcantarillado, las medidas no parecen ser suficientes.
“Es cierto que cayó mucha lluvia, pero es hora de que la Ciudad mejore la red de desagüe”, opinó Carmen, vecina de la Pequeña Habana.
Dueños d locales comerciales en la zona de Brickell han tenido que instalar soportes para colocar placas de acero y evitar la entrada de agua.
Alex, empleado de la tienda Publix en Brickell, aseguró que la preocupación es latente y que cada vez que llueve “tememos que la calle se inunde y entre el agua al supermercado”.
El domingo, 24 horas después de los fuertes aguaceros, el agua continuaba brotando de alcantarillas en algunos lugares.
Hace casi 22 años, en octubre de 2000, un diluvio similar, conocido entonces por la tormenta sin nombre, anegó calles de Miami-Dade.
En aquel tiempo, la localidad de Sweetwater sufría serios problemas de drenaje y fue a partir de entonces que las autoridades locales, estatales y federales prestaron atención.
Otra tormenta, Eta, hace apenas un año y medio, el 9 noviembre de 2020, trajo a Miami fuertes lluvias y una inundación en calles similar a la que sucedió el pasado viernes y sábado.
“Hay que elevar ciertas calles y añadir bombas de agua para evitar inundaciones, así como terminar de arreglar el sistema de alcantarillas y aguas negras”, señaló entonces la alcaldesa Miami-Dade, Daniella Levine Cava.
Por otra parte, el comisionado de Miami Manolo Reyes señaló: “Hay que reemplazar una buena parte del sistema de alcantarillado y eso requiere una inversión extremadamente grande (millones de dólares), que es un reto muy grande que tenemos en la ciudad”.
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