Irmgard Furchner, la que fuera secretaria del campo de Stutthof cuando tenía 18 años y que hoy ha cumplido ya los 96, debía comparecer ante el tribunal de la ciudad de Itzehoe, cuya fiscalía pudo reabrir el caso gracias a la sentencia Demjanjuk de 2011, que sentó jurisprudencia para juzgar por los crímenes nazis no solamente a quienes cometieron personalmente los asesinatos sino también a los que con su trabajo o colaboración formaron parte de la maquinaria que los hizo posibles, informó el Diario ABC de España.
Furchner ha sido noticia a través de los años porque se trata de la primera mujer que realizó un trabajo así en un campo de concentración nazi, hace ya más de 80 años pero al no haber jurisprudencia se le sigue acusando de crímenes contra la humanidad, no siendo autora de ellos, pero si al estar en una posición de apoyo a los nazis.
La orden de captura contra la anciana
Según informa el ABC, se ha lanzado una orden de detención porque la acusada del complicidad en el asesinato de más de 10.000 personas se ha dado a la fuga», ha comunicado la portavoz del tribunal, Frederike Milhoffer. Horas más tarde, y según Reuters, la anciana ha sido encontrada, aunque de momento no hay más detalles sobre su fuga.
El juicio de Furchner es especialmente significativo, además, porque se celebra en vísperas del 75º aniversario de la condena a muerte por ahorcamiento en Nuremberg de 12 de los principales dirigentes del Tercer Reich. La acusación espera demostrar que la nonagenaria estuvo contratada en el campo de concentración de Stutthof, en la actual Polonia, donde trabajaba como dactilógrafa y secretaria del comandante del campo, Paul Werner Hoppe, entre junio de 1943 y abril de 1945.
Fue trasladada desde su puesto como taquigrafía en el banco Dresdner Bank de Marienburg , ahora Malbork. Unas 65.000 personas murieron en el campo, cerca de la ciudad de Gdansk, entre ellos «prisioneros judíos, partisanos polacos y prisioneros de guerra rusos soviéticos», según el equipo fiscal. El abogado Christoph Rückel, que representa desde hace años a los supervivientes de la Shoah, asegura que «ella se encargó de toda la correspondencia del comandante del campo». «También mecanografió las órdenes de ejecución y deportación y puso sus iniciales», recuenta entre las tareas que le fueron asignadas.