Airbus ha lanzado el primer estudio en el mundo para evaluar las emisiones y el funcionamiento de un avión de línea que funcione únicamente con el llamado carburante sostenible de aviación (SAF), obtenido con el reciclaje de aceite de fritura.
Airbus se ha asociado para esta experimentación con el centro alemán de investigación DLR, con el fabricante de los reactores Rolls Royce y con el productor de SAF Neste, explicó el grupo aeronáutico europeo este jueves en un comunicado.
En sus instalaciones de Toulouse, al sur de Francia, ya se han realizado una serie de pruebas con la aeronave escogida, un Airbus A350-900 de fuselaje ancho equipado con motores Rolls Royce Trent XWB.
Estas pruebas han incluido un primer vuelo para verificar que utilizar un 100 % de SAF, en lugar de queroseno, es compatible con todos los sistemas del avión.
En abril se llevará a cabo otra fase de test sobre las emisiones en vuelo, que se reanudará en otoño con la ayuda de un avión Falcon 20-E de DLR para realizar medidas sobre el impacto en las emisiones contaminantes de ese combustible.
Entre tanto, se van a realizar pruebas en tierra sobre las partículas generadas para conocer el impacto medioambiental del uso de SAF en las operaciones en los aeropuertos.
Se trata de comparar las emisiones generadas por este combustible fabricado mediante la tecnología HEFA a partir del aceite alimentario reciclado, con el queroseno (derivado del petróleo) y con otros carburantes con bajo contenido en nitrógeno.
Hasta ahora, los aviones solo pueden utilizar hasta un máximo del 50 % de combustible sostenible junto al queroseno.
El responsable del programa de Airbus para nuevas energías, Steven Le Moing, señaló que estos experimentos permitirán en primer lugar evaluar cómo funcionan los motores de turbina con un 100 % de SAF de cara a su certificación técnica.
También permitirán determinar las reducciones de emisiones potenciales y las ventajas de utilizar ese combustible en la aviación comercial.
Según Neste, un estudio independiente ha demostrado que su carburante sostenible permite reducir hasta en un 80 % las emisiones de gases de efecto invernadero respecto al queroseno.