Si es reelegido para un segundo mandato, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aplicará una política migratoria aún más dura que la de sus primeros cuatro años en la Casa Blanca, con límites al asilo y castigo para las ciudades «santuarios», según Stephen Miller, su principal consejero en inmigración.
En una entrevista con la cadena de televisión NBC, Miller señaló cuatro prioridades en la futura política migratoria de Trump: límites al asilo, penalizar a las ciudades que amparen a los inmigrantes indocumentados, seguir recortando las visas para ciertos viajeros, y nuevas restricciones a las visas de trabajo.
«En muchos casos, la solución a los problemas del sistema de inmigración y el restablecimiento de algún grado de sensatez en los programas de inmigración requieren reformar las reglas», aseguró Miller, e indicó que esos cambios no requieren la aprobación del Congreso.
En materia de inmigración, «el Congreso ha delegado muchas atribuciones» al Poder Ejecutivo, agregó.
Miller dijo que a Trump le gustaría ampliar a todo el mundo el tipo de acuerdos para «compartir las cargas» firmados con Honduras, Guatemala y El Salvador, por los cuales las personas que procuren obtener asilo en EE.UU. han de aguardar en otros países el curso de sus trámites.