El creciente veto de los países occidentales a la compañía china Huawei, a la que Estados Unidos acusa de espiar para Pekín, está despejando el camino a los fabricantes nórdicos Nokia y Ericsson hacia la hegemonía global en el mercado de la telefonía móvil de quinta generación (5G).
Dadas las infinitas aplicaciones y oportunidades de negocio que ofrece, la tecnología 5G se ha convertido en una cuestión estratégica a nivel global, y su seguridad y fiabilidad, en una de las máximas prioridades de los gobiernos.
Además, se trata de un mercado suculento. Según un estudio reciente de Nokia, la tecnología 5G tiene el potencial de aportar ocho billones de dólares a la economía mundial para 2030, en áreas como la automatización industrial, el IoT (internet de las cosas) o los vehículos sin conductor.
Huawei ocupa actualmente el liderazgo mundial en el sector de las redes 5G, con una cuota situada entre el 35 y el 40 %, muy por encima de Ericsson (20-25 %) y cerca del doble de Nokia (15-20 %), según datos de la consultora Dell’Oro.
Por ello, los grandes beneficiados del veto occidental a Huawei son los otros dos únicos fabricantes capaces de proveer equipos y servicios 5G completos -los nórdicos Ericsson y Nokia-, que se están llevando la mayor parte de las nuevas licitaciones de redes 5G a nivel global fuera de China.