El Gobierno de Ciudad de México impulsó la producción de sus propias mascarillas N95 financiando un proyecto conjunto entre la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM) y la empresa Atfil, para de esta forma abastecer a su personal sanitario frente a la pandemia de COVID-19.
«Es una participación Gobierno, academia e industria. El Gobierno financió a la UNAM con 17,5 millones de pesos (unos 760.000 dólares) para que diseñara, instalara y aplicara todo su conocimiento para la producción», explicó José Bernardo Rosas, director general de Desarrollo e Innovación Tecnológica de la Secretaría de Educación y Ciencia (SECTEI) capitalina.
Rosas aclaró, en una visita a la fábrica ubicada en el sur de Ciudad de México, que la maquinaria necesaria para la producción pertenece a la UNAM gracias a la financiación pública, mientras que «la empresa puso adecuación de los espacios y una inversión de 14 millones de pesos (unos 610.000 dólares)».
La planta tiene una capacidad de producción de hasta 40.000 mascarillas diarias que cumplen con todos los requisitos «nacionales e internacionales», una necesidad para abastecer a los hospitales capitalinos dada la escasez y el sobreprecio de los proveedores habituales.
Según explicaron responsables de Atfil, una empresa dedicada a los filtros hospitalarios que nació hace 9 años en el seno de la UNAM, el coste de producción de estos cubrebocas podrá calcularse una vez esté listo el primer lote de 250.000 unidades, ya que los precios de los materiales fluctúan constantemente.
La pandemia de COVID-19 ha dejado hasta el momento 56.594 contagios confirmados y 6.090 defunciones en el país.