Alemania aplica desde este lunes, de modo diferenciado, medidas de reapertura gradual de algunos comercios y otros espacios públicos que levantan parcialmente las restricciones contra la pandemia del coronavirus.
La apertura se produce en medio de reservas por parte de quienes temen que se ponga en riesgo los avances logrados hasta ahora en la lucha contra la COVID-19, así como de críticas de quienes consideran que el primer paso hacia la normalización es demasiado tímido.
Por ejemplo, la canciller alemana, Angela Merkel, expresó su temor a que con el relajamiento de algunas medidas, que se decidió el miércoles pasado y entró en vigor este lunes, se cree una sensación de falsa seguridad que lleve a poner en peligro lo que se ha logrado.
«Tengo la impresión que desde el miércoles pasado se inició una discusión que sugiere una seguridad que todavía no existe», dijo Merkel en conferencia de prensa.
Merkel recordó en la misma comparecencia que la situación es engañosa porque las consecuencias de la apertura no se podrán evaluar antes de dos semanas, debido al tiempo de incubación de la enfermedad.
El primer ministro de Baviera (sur de Alemania), Markus Söder, también advirtió este lunes de que, pese a los logros en la lucha contra la pandemia, el país todavía no está al otro lado y consideró que no se puede bajar la guardia.
Merkel, en su comparecencia, expresó su deseo de que Alemania puede seguir con la estrategia moderada que ha tenido hasta ahora para hacer frente a la pandemia y que no haya un recrudecimiento que obligue a tomar más drásticas.
La regla básica, la de mantener una distancia de 1,5 metros de distancia ante otras personas, sigue en vigor, así como la de no andar en la vía pública con más de una persona o sólo con quienes vivan bajo el mismo techo.