El líder opositor venezolano Juan Guaidó tuvo este martes su minuto de gloria en Estados Unidos al asistir invitado por el presidente Donald Trump al discurso sobre el Estado de la Unión en el Congreso y recibir así un espaldarazo en un momento en el que Nicolás Maduro trataba de acercarse a Washington.
«Señor presidente, por favor, llévese consigo este mensaje a su tierra: Todos los estadounidenses están unidos con el pueblo venezolano en su justa lucha por la libertad», dijo Trump mientras Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por más de medio centenar de países, recibía la única ovación casi unánime de la noche por parte de republicanos y la mayoría de demócratas.
Eran muchos los rumores que apuntaban a un encuentro durante el fin de semana entre Trump y Guaidó en Miami, pero el mandatario estadounidense, el primero en el mundo que lo reconoció como presidente legítimo de Venezuela hace un año, dedicó el sábado a jugar al golf y el domingo a ver el Super Bowl.
Trump, sin embargo, lo compensó con la invitación al Estado de la Unión este martes, donde aseguró delante de Guaidó que «el mandato de tiranía (de Maduro) quedará roto y aplastado».
«Me llevo el compromiso y apoyo de los EE.UU. hacia nuestra lucha para lograr la libertad de Venezuela», celebró Guaidó en Twitter una vez terminado el discurso.
SIN MENCIÓN AL «IMPEACHMENT»
Más allá de Guaidó, Trump protagonizó un discurso -el último de su primer mandato- parecido a uno de sus mítines, que enrabietó a los demócratas hasta el punto de que la presidenta de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi, rompió la copia que el mandatario le había dado.
La tensión entre demócratas y republicanos ha aumentado en los últimos meses a raíz del proceso de «impeachment» en contra del presidente, que con toda probabilidad terminará el miércoles con su absolución a manos de la mayoría republicana en el Senado.
Trump, sin embargo, no hizo mención alguna al juicio político ni tampoco a los motivos que lo originaron, aunque ha evidenciado durante semanas su obsesión por ser apenas el tercer presidente en la historia de EE.UU. en enfrentar este tipo de proceso.
MENOS INMIGRACIÓN Y MÁS MURO
Trump presumió de éxitos en todos los ámbitos, desde la economía a la salud pública, pero destacó sobre todo que ha frenado la llegada de inmigrantes sin papeles, una oleada que un año atrás alcanzaba picos sin precedentes.
«Entramos en acuerdos históricos de cooperación con los Gobiernos de México, Honduras, El Salvador y Guatemala. Como resultado de nuestros esfuerzos sin precedentes, los cruces ilegales cayeron un 75 % desde mayo, con una caída de ocho meses seguidos», dijo Trump, que en 2019 ha logrado cortar el sistema de asilo.
Trump anunció también que en estos momentos ha levantado más de 165 kilómetros de muro y que al finalizar su mandato de aquí un año dejará construidos más de 805 kilómetros.
AL BAGDADI Y SOLEIMANI
Pero si de algo presumió Trump en política exterior fue de haber ordenado las muertes del líder del Estado Islámico, Abu Bakr al Bagdadi, y del general iraní Qasem Soleimani.
Trump, sin embargo, tendió la mano a Irán bajo la condición de que «abandone su búsqueda del arma nuclear, deje de expandir el terror, la muerte y la destrucción, y comience a trabajar por el bien de su propio pueblo».
«Por nuestras poderosas sanciones, a la economía iraní le está yendo muy mal. Podemos ayudarles a que les vaya muy bien en un periodo corto de tiempo, pero quizás son demasiado orgullosos o demasiado tontos para pedir ayuda. Aquí estamos. Veamos que camino eligen. Solo depende de ellos», dijo.
En contraste con sus celebraciones belicistas, Trump aseguró que «está trabajando para terminar con las guerras en Oriente Medio», como la de Afganistán.
«No busco matar a cientos de miles de afganos, muchos de ellos inocentes. Tampoco es nuestra función servir a otras naciones como agencia de seguridad (…) Estamos trabajando para poner fin de una vez por todas a la guerra más larga de EE.UU. y devolver a casa a nuestras tropas».
De este modo, Trump concluyó su tercer discurso sobre el Estado de la Unión, que podría ser el último si no logra la reelección el próximo noviembre.
EFE