Poco se conoce del contenido efectivo de las reuniones del papa Francisco con los Jefes de Estado y de Gobierno, por lo que existen unidades de medidas para interpretar, al menos, si la audiencia ha sido productiva y cordial: los minutos y las sonrisas entre los interlocutores.
Y estos serán los parámetros para analizar la primera audiencia que el viernes concederá el papa Francisco a su compatriota el presidente argentino, Alberto Fernández, y la que será inevitablemente posterior comparación con las reuniones con Mauricio Macri y Cristina Fernández.
El mandatario, que asumió el poder en diciembre pasado tras vencer en las urnas a Macri en plena crisis económica, será recibido por el pontífice a las 11.00 hora local (10.00 GMT) en el palacio apostólico como se hace habitualmente en todas las audiencias oficiales.
Serán los pocos minutos durante la reunión a los que tienen acceso los periodistas, los que servirán a tomar el pulso de la audiencia.
LAS REUNIONES CON LOS ANTERIORES PRESIDENTES
En estos días se recuerda que la primera reunión que mantuvieron Francisco y Macri en febrero de 2016 se resolvió en 22 escasos minutos y se destacó la frialdad entre ambos y una cierta tensión. Pocas sonrisas.
La reunión fue tan fría, según los observadores, que pocos meses después, el 15 de octubre del mismo año, Macri regresó al Vaticano y esta vez la conversación privada duró una hora y después durante la presentación de las delegaciones y el intercambio de regalos se notó mayor cordialidad sobre todo por la presencia de toda la familia presidencial.
Pues en esta ocasión estuvo acompañado por su esposa Juliana Awada y la hija de ambos, Antonia, de 5 años, así como por Agustina, de 33, fruto de su primer matrimonio, y de Valentina, primogénita de la esposa del mandatario de una anterior unión.
Aunque siempre muy lejos de la cordialidad que se manifestó en las reuniones que mantuvo con Cristina Fernández.
Con la expresidenta, el que fuera arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio y enfrentado históricamente con Néstor Kirchner, se reunió hasta en cinco ocasiones, dos de ellas en los viajes del pontífice a Latinoamérica.
La primera reunión fue en el Vaticano, el 17 de marzo de 2014, duró más de tres horas e incluso se detuvieron a almorzar; la última, el 7 de junio de 2015, unos meses antes de las elecciones, fue de más de una hora y media.
Y es que las reuniones de Francisco se clasifican por los minutos que pasa con sus interlocutores desde los 57 minutos otorgados a Emmanuel Macron, los 50 minutos pasados con Barack Obama, Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan, a la media hora con Donald Trump.
Pero también se destacaron los 55 minutos con el presidente de Cuba, Raúl Castro, o los 53 con los entonces reyes de España, Juan Carlos y Sofía, y en este caso sin la necesidad de un traductor.
EL RÍGIDO Y RUTINARIO PROTOCOLO
El protocolo para este tipo de audiencias es siempre el mismo, el presidente llegará en su vehículo hasta el patio de San Dámaso, donde será recibido por el prefecto de la Casa Pontificia, el arzobispo alemán, Georg Gänswein, y después toda la delegación subirá a la segunda logia del palacio apostólico acompañada por los llamados «gentiluomini», laicos, miembros de familias nobles y que en el pasado recibían este título como premio por servir al pontífice, y serán saludados a su paso por soldados de la Guardia Suiza.
La delegación argentina estará compuesta por la primera dama Fabiola Yáñez, que ya pudo conocer a Francisco hace unos meses en un acto benéfico; el canciller Felipe Solá, la ministra de Justicia, Marcela Losardo, el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, y el portavoz presidencial Juan Pablo Biondi.
Fernández entrará en solitario a la Sala del Tronetto, donde el papa le saldrá a recibir ante un reducido número de periodistas y gráficos.
Ambos pasarán después a la Biblioteca, donde los medios de comunicación verán ya sentados a ambos ante un escritorio y tras algunos segundos la prensa será invitada a salir, se cerrarán las puertas y comenzará la reunión privada. Se pone en marcha el cronómetro.
El sonido de un timbre indicará a los medios de comunicación que ha concluido la reunión y así se podrá calcular el tiempo que ha durado la audiencia.
EFE