Las autoridades puertorriqueñas tratan este sábado de que los miles de refugiados en el suroeste de la isla por los terremotos reciban la atención necesaria, colectivo atemorizado por la actividad sísmica que les mantiene en las calles por miedo a derrumbes.
Gobierno y agencias federales estadounidenses trabajan conjuntamente para aliviar la precariedad de estas personas, que desde el pasado martes hacen, literalmente, vida en la calle por miedo a que los refugios -polideportivos y escuelas- cedan ante los temblores que no dan tregua al suroeste de Puerto Rico.
Estos campamentos al aire libre están compuestos por personas cuyas viviendas quedaron dañadas de alguna manera por el temblor del martes, que alcanzó una magnitud de 6,4, y por otros ciudadanos que temen que sus casas no resistan nuevos terremotos.
La tranquilidad no llega porque la actividad sísmica no cesa y hoy, 5 minutos antes de la 9.00 de la mañana hora local, un temblor -de magnitud 6- volvió a desatar el pánico entre los puertorriqueños, algunos de los cuales se recuperan todavía del huracán María de septiembre de 2017 que destrozó la isla dejando más de 3.000 muertos y millonarias pérdidas.