Una investigación del Southern Poverty Law Center (SPLC) sobre los centros de detención de inmigrantes en Florida evidenció graves «deficiencias» en los servicios de salud y el confinamiento y aislamiento de indocumentados que «reflejan» el deplorable estado de estás «cárceles» en todo Estados Unidos.
En su informe, divulgado este martes, el SPLC denunció, entre otras, fallas en la atención médica, inadecuado servicio de salud mental, discriminación contra personas con discapacidades y uso excesivo de confinamiento solitario.
La organización junto con Americans for Immigrant Justice, que participó en la investigación, lamentaron que las detenciones de inmigrantes se «han disparado» este año en el país y detalló varios casos basados en entrevistas con estos detenidos en el sur de Florida.
En el centro de detención de Krome, una persona detenida con VIH dijo que aún no había visto a un médico tras cuatro meses de detención. La misma persona fue diagnosticada más tarde con hepatitis A, que él cree que contrajo al comer alimentos sin lavar que se sirven en las instalaciones. «Solo estoy tratando de mantenerme vivo», dijo.
En un centro de Monroe, otro indocumentado dijo que encontró en la celda muerto a un amigo suyo que usaba silla de ruedas y tenía antecedentes de accidentes cerebrovasculares.
En otro de Glades, una detenida fue diagnosticada con cáncer uterino, pero dijo que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) no pudo programar una cita de seguimiento durante casi un mes. «Probablemente seré deportada antes de recibir cualquier tipo de tratamiento (contra el cáncer)», dijo.
«Los centros de detención de inmigrantes de la nación son poco más que cárceles de inmigrantes, donde las personas detenidas soportan condiciones duras, incluso peligrosas», señaló el SPLC.
En 2018, mencionó como ejemplo, ICE informó dos muertes en los centros de detención del sur de Florida: Luis Marcano, de 59 años, que murió a pesar de quejarse de dolor abdominal después de poco más de un mes en Krome, y Wilfredo Padron, de 58 años, quien sufría de hipertensión y pancreatitis y murió después de 2 meses y medio en Monroe.