Nueva Zelanda vive sus días más oscuros tras los ataques contra dos mezquitas en Chrischurch en los que murieron 50 personas y por los que ha sido acusado un sospechoso, al parecer un extremista blanco de origen australiano.
«Está claro que esto solo puede ser descrito como un ataque terrorista. Por lo que sabemos, parece haber sido bien planeado», dijo la primera ministra, Jacinda Ardern, en una comparecencia transmitida en directo desde Wellington.
En los ataques, que se produjeron a plena luz del día y en momentos en que los centenares de musulmanes realizaban la oración de los viernes, murieron 41 personas en la mezquita de Al Noor, muy cerca del Jardín Botánico, y otras 7 en la mezquita de Linwood, a unos 6,5 kilómetros al este de la primera.
Otra persona murió después en un hospital de la ciudad donde se atiende a unas 48 personas heridas de bala, entre ellos niños.