El presidente de EE.UU., Donald Trump, declaró este jueves la guerra a las filtraciones a la prensa de información sobre su Gobierno que se han multiplicado en las últimas semanas, al asegurar que ha encargado una investigación de esos actos «criminales» y que los responsables pagarán «un gran precio».
«Vamos a encontrar a los responsables de las filtraciones y van a pagar un gran precio por haber filtrado» información, dijo Trump durante una reunión con miembros del Congreso en la Casa Blanca.
Después, en una larga conferencia de prensa, el mandatario anunció que había «pedido al Departamento de Justicia que examine» la proliferación de «filtraciones criminales» sobre información de su Gobierno que aparece en los medios gracias a fuentes anónimas.
Entre las filtraciones que han irritado a Trump está la que reveló que su exasesor de seguridad nacional, Michael Flynn, había conversado con Rusia sobre las sanciones impuestas a ese país, algo que motivó este lunes la renuncia de ese funcionario.
Trump reconoció hoy que decidió pedir la dimisión de Flynn porque había mentido al vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, y «eso no era aceptable», pero trató de poner el foco del escándalo sobre los medios y los responsables de filtrar esa información.
«Es un proceso ilegal, y los medios deberían sentirse avergonzados. Pero lo que es más importante es que la gente que dio esa información a la prensa debería sentirse avergonzada», agregó.
El mandatario insinuó que esas filtraciones las lleva a cabo «gente probablemente de la Administración (del expresidente Barack) Obama», que o bien está revelando datos a los que tuvieron acceso antes de dejar sus cargos, o bien todavía no han abandonado esos puestos porque están a la espera de que lleguen sus sustitutos.
Además del tema de Flynn, a Trump le han molestado las filtraciones sobre sus llamadas telefónicas con los líderes de Australia y México, aunque sobre esta última afirmó que «no era una llamada tan importante» y que tanto el presidente mexicano Enrique Peña Nieto como él «podían mostrarla al mundo».
«¿Pero qué va a pasar cuando esté lidiando con Oriente Medio, o con temas realmente importantes como Corea del Norte? Tenemos que parar esto», subrayó el presidente.
En su cuenta oficial de Twitter, Trump prometió hoy que encontrará «a los desgraciados que filtran información», especialmente si se trata de «asuntos confidenciales», pero no aclaró cómo desarrollará esa guerra contra las filtraciones.
David Pozen, un profesor de Derecho de la Universidad de Columbia que ha estudiado en profundidad la legislación en torno a las filtraciones de información del Gobierno, aclaró hoy que, en general, «buena parte» de las que se producen «no son ilegales».
«Eso depende de la naturaleza de la información, quién la revela, de qué forma lo hace, y con qué objetivos», explicó Pozen al diario The Washington Post.
Según el experto, el Gobierno puede procesar criminalmente a sus empleados o exempleados «en prácticamente todas las filtraciones de información confidencial a un receptor no autorizado», pero «durante las últimas décadas», el Ejecutivo ha sido «más permisivo» y no ha recurrido demasiado a menudo a esa capacidad legal.
Obama también ordenó procesar o castigó durante su presidencia a varios funcionarios que habían filtrado información confidencial a la prensa, pero eso «le mereció críticas de ambos partidos», y en su segundo mandato «se echó atrás» en ese ámbito, recordó Pozen.
«El presidente Trump podría descubrir, como muchos presidentes antes que él, que lanzar algo que se perciba como una ‘campaña contra las filtraciones’ conlleva significativos riesgos políticos y prácticos», opinó el académico.
Además, las tensiones en torno a las filtraciones podrían empeorar la ya complicada relación de Trump con los servicios de inteligencia del país.
El mandatario negó hoy que los agentes de inteligencia le hayan ocultando algunos datos sensibles por miedo a que salgan a la luz, como informó el diario The Wall Street Journal, al asegurar que «cualquier sugerencia» en ese sentido «no es verdadera».
También quiso bajar el tono a los rumores sobre la posibilidad de que pueda nombrar a uno de sus aliados, el multimillonario neoyorquino Stephen Feinberg, para liderar una revisión profunda de las agencias de inteligencia, algo que adelantó The New York Times.
Trump reconoció que Feinberg le había «ofrecido sus servicios» y dejó abierta la posibilidad de «aceptarlos», pero dijo que no cree «que vaya a ser necesario».
EFE