La gran expectativa que generó el masivo voto de los hispanos en las presidenciales de EE.UU. de 2016 se esfumó con la contundente victoria de Donald Trump, el candidato que revivió los peores temores de esta comunidad inmigrante.
Desde el 16 de junio de 2015, cuando postuló su candidatura y llamó a los inmigrantes mexicanos «violadores» y «criminales», el republicano desató entre una gran mayoría de los latinos la urgencia de poner freno a sus ambiciones presidenciales.
Los grupos hispanos nacionales y locales se embarcaron en una campaña sin precedentes para responder con el creciente voto latino a una retórica anti-inmigrante que echaba por tierra las aspiraciones de esta comunidad en su lucha por regularizar su situación en el país.
Los latinos se movilizaron en grandes números para hacerse ciudadanos, registrarse para votar e incluso alcanzaron un récord en el voto anticipado en estados que así lo permiten.
Desde el principio de la campaña se decantaron en una gran mayoría por la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, quien prometió que si ganaba acometería una reforma migratoria, con un camino a la ciudadanía, en los primeros cien días de gobierno.
La ventaja abismal sobre el magnate inmobiliario Trump de la primera mujer candidata a la Presidencia por uno de los partidos mayoritarios ayudó a alimentar la esperanza y el orgullo de que el voto de los latinos sería esta vez más definitivo que nunca, especialmente en estados muy reñidos que, como Florida, no son ni republicanos ni demócratas.
Sin embargo, el poder del voto hispano no se materializó.
Esos cientos de miles de votantes más no alcanzaron para derrotar a Trump y el magnate conquistó la Presidencia tras haber insultado en el camino a hispanos, mujeres, musulmanes, discapacitados, veteranos y minorías en general.
El llamado «gigante» del voto hispano sí despertó con entre 1,9 millones y 3,5 millones votos más que en las presidenciales de 2012, pero se quedó enano ante un electorado blanco bastante entusiasmado por la política de mano dura hacia los inmigrantes de Trump.
La abrumadora algarabía que levantaba Trump entre sus seguidores cuando les prometía que iba a construir el muro entre EE.UU. y México resultó más elocuente y efectiva a la hora de llevar votantes a las urnas, que el miedo que se apoderó de los hispanos, que suman unos 55 millones en el país.
Y aunque Clinton le arrebató por una gran ventaja el voto latino nacional (79 % frente a 18 %, según Latino Decisions), éste fue inocuo en estados pendulares que, como Florida y Pensilvania, le hubieran servido a la demócrata para sumar los ansiados 270 votos electorales que otorgan la Presidencia.
El pasado 8 de noviembre Trump arrasó con 306 votos o circunscripciones electorales frente a los 232 de Clinton, quien sin embargo ganó el voto popular, con más de 2,5 millones de sufragios más que el republicano, una histórica diferencia de cerca del 2 %.
Aunque aún no hay datos oficiales por razas o etnias, los sondeos de pie de urna evidenciaron que el voto latino por la ex secretaria de Estado fue seis puntos menor del que en 2012 le dio la victoria al entonces candidato demócrata, Barack Obama, sobre el republicano Mitt Romney.
Sin embargo, Latino Decision ha cuestionado ampliamente la metodología que utilizaron la mayoría de los medios nacionales en estas mediciones, al considerarlas «profunda y demostrablemente incorrectas» y que «malinterpretaron sistemáticamente a todos los votantes de color».
La encuestadora especializada en hispanos aseguró que la ventaja de 61 puntos (79-18) de Clinton sobre Trump en el voto latino es «la más grande registrada» por ellos, que supera incluso los 52 puntos de Obama-Romney en 2012 (75-23), basado en mediciones «reales», que incluyeron puestos y distritos representativos del voto hispano del país.
«En una elección marcada por mucho odio, los votantes latinos respondieron con abrumador amor por esta democracia en números récords», aseguró Ben Monterroso, presidente de Mi Familia Vota.
Latino Decisions calculó entre 13,1 y 14,7 millones los votantes latinos de 2016, un aumento «significativo» respecto a los 11,2 millones de hispanos que votaron en 2012.
Los votantes de 2016 estuvieron movidos principalmente por «el efecto Trump basado en el miedo».
Además de insistir en la construcción del muro fronterizo, Trump amenazó con deportaciones masivas y liquidar «de inmediato» el programa DACA, una medida unilateral de Obama que ha beneficiado desde 2012 a unos 750.000 estudiantes indocumentados.
Monterroso, sin embargo, advirtió que los hispanos no se irán a «ningún lado» y Mi Familia Vota, como otras organización cívicas latinas y pro-inmigrantes, comenzó ya la movilización de votantes hispanos con miras a las legislativas de 2018. EFE