Llevada por la idea de una «isla completa», la investigadora literaria, poeta y fotógrafa estadounidense Margaret Randall ha incluido también en su antología de 80 años de poesía cubana a autores exiliados.
«Creo que el poeta habla de su sociedad y de su cultura mucho mejor que el científico», dice a Efe Randall, quien este mes de diciembre cumplió 80 años y reside en Albuquerque (Nuevo México).
«Only the road/Solo el camino (Eigth Decades of Cuba Poetry), título de este compendio de 510 páginas firmado por Randall y publicado en edición bilingüe por Duke University Press, de Carolina de Norte, está inspirado en el poema «Caminos», de Cleva Solís, una de las autoras seleccionadas.
«Como norteamericana, en estos momentos en que hay acá tanto interés por Cuba pero una información en general tan pobre, pensé que un libro que habla de la isla en las voces de sus poetas podría ser útil», dijo Randall en una entrevista telefónica con Efe.
«Me desarrollé como poeta en Cuba, en la década de los (años) 70; tuve muchos amigos cubanos que siguen siendo mis amigos», recuerda.
El libro, traducido al inglés por la propia Randall, ofrece también notas biográficas de los poetas seleccionados, que son casi 60.
«Hay muchos buenos poetas que no están, ya sea por razones de espacio o porque no supe de ellos a tiempo. El libro podría haber tenido mil páginas en vez de 510, pero toda editorial pone límites, y tampoco se trata de hacer un mamotreto que nadie va a leer», comenta Randall.
La antología comienza con Nicolás Guillén (1902-1989), el autor que introdujo el compás del son en la poesía antillana, quien fuera considerado por el gobierno de Fidel Castro como el poeta nacional, y concluye con una autora que vive en la isla actualmente, Anisley Negrín Ruíz, nacida en los años 80, cuando Randall dejó de residir en Cuba.
Se trata de un libro no excluyente, ni temática ni ideológicamente.
«Una de las cosas que hace tan interesante la poesía cubana es precisamente la variedad de temas», comenta la investigadora.
Randall cree que sería incompleta una antología sobre poesía cubana si no se incluyese a los escritores del exilio.
«El exilio cubano ha sido y es complejo. Creo que hay pocas personas hoy en día que no suscriben la idea de ‘la isla completa'», asegura a Efe esta activista feminista nacida en Nueva York en 1936.
Randall ha vivido entre México, Cuba, España y Nicaragua, países a los que ha dedicado parte de su obra como ensayista literaria y fotógrafa.
Un autor como Heberto Padilla, censurado por el régimen castrista, no podía faltar en una antología de poesía cubana.
El libro de Padilla «Fuera de juego» (1968), crítico con la revolución, fue primero premiado y luego rechazado por la censura oficial.
«Incluyo varios poetas que en un tiempo fueron censurados por el Estado cubano. Pero esos mismos poetas ya tienen libros publicados en Cuba. En realidad, no estoy de acuerdo con censurar a nadie, sobre todo a un artista», apunta Randall.
En el volumen que publica Duke University están además los poetas suicidas Raúl Hernández Novás y Ángel Escobar, que se quitaron la vida en un lapso de cuatro años en la década de 1990, coincidiendo con el denominado «Período especial», la peor crisis económica que han sufrido los cubanos desde 1959.
En 80 años de poesía cubana, según la autora de la selección, se repiten temas como la rebeldía, el amor a la patria y los amores prohibidos.
«En mi antología, un 45 por ciento de los poetas incluidos son mujeres, aunque ese hecho en sí no significa que son feministas», explica.
Randall publicó en 2015 otro libro relacionado con Cuba, el ensayo «Haydée Santamaría, Cuban Revolutionary: She Led by Transgression», también con Duke University Press.
Santamaría fue una guerrillera muy cercana a Fidel Castro a quien el gobierno revolucionario le encargó la fundación de la Casa de las Américas, la institución cultural que nucleó en sus inicios a escritores del «boom» latinoamericano como Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez.
En Cuba, Santamaría, con el poder que llegó a tener, fue la defensora de los escritores y artistas «descarrilados» que el régimen marginó hasta que se quitó la vida de un disparo también por la época en que Randall dejó la isla.
Margaret Randall llegó a Cuba procedente de México, luego de participar en el Movimiento Estudiantil de 1968.
«Como resultado», recuerda, «me cayó una represión férrea, y mi vida y las de mi compañero de aquellos años y de nuestros hijos estaban en peligro».
«Tuvimos que salir de México, yo clandestinamente. Cuba nos recibió como recibió a miles de refugiados políticos entonces, y siempre estaré agradecida», agrega.
«Me fui de Cuba a fines de 1980, pero he regresado muchas veces desde entonces. Cuba reside en mi corazón», concluye Randall. EFE