Un atentado suicida cometido con un coche bomba ante las puertas del estadio del Besiktas en Estambul ha causado en la noche del sábado al menos 15 muertos y decenas de heridos.
Aunque todavía no hay cifras oficiales, el diario progubernamental Yeni Safak asegura que el atentado ha dejado 15 muertos y 69 heridos, citando fuentes del Ministerio de Sanidad.
Dos deflagraciones tuvieron lugar sobre las 19.30 GMT en las inmediaciones del estadio, donde media hora antes había terminado un partido del Besiktas contra el Bursaspor, aunque los espectadores ya habían abandonado el recinto.
El objetivo era un furgón de la policía antidisturbios que se hallaba aún ante el estadio, y según adelantó en un primer momento el ministro de Interior, Süleyman Soylu, hubo al menos 20 heridos, todos ellos agentes.
Agregó que se estima que al menos una de las dos explosiones fue obra de un kamikaze.
«Desafortunadamente hay muertos y heridos», admitió el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, pasada la medianoche, sin aclarar el número de los fallecidos.
Otros medios hablan de 40 heridos y la cadena NTV asegura que unos 70 afectados habían sido ingresados en los hospitales cercanos, mientras un gran número de ambulancias permanecía aún en el lugar del atentado.
La policía acordonó la zona y realizó explosiones controlados de varios paquetes sospechosos, informó la citada emisora, sin confirmar que se tratase de artefactos peligrosos.
Nadie se ha atribuido la responsabilidad del atentado, y un comunicado de Presidencia, citado por el diario Hürriyet, recuerda que Turquía ha sufrido numerosos atentados en los últimos años y que «el nombre y los métodos de las organizaciones terroristas no tienen importancia alguna».
«Todas las organizaciones terroristas tienen el mismo objetivo de atacar nuestro país y nuestra nación, sean el PKK, el Dáesh o FETÖ», afirma, en referencia al grupo armado Partido de Trabajadores de Kurdistán, el Estado Islámico y la cofradía del predicador Fethullah Gülen, a la que se atribuye el fallido golpe de Estado de julio pasado.
El texto lanza también una crítica a «los países que han elegido apoyar a las organizaciones terroristas», en aparente referencia a la Unión Europea, a la que Erdogan acusa con frecuencia de dar refugio a combatientes del PKK o miembros de la cofradía gülenista.
Un comunicado del primer ministro, Binali Yildirim, que también confirmó la existencia de «muertos y heridos», condenaba a los responsables y aseguraba que «los asesinos no harán a Turquía retroceder en el camino de la democracia».
Las explosiones se escucharon en varios barrios de Estambul y causaron pánico, sobre todo porque poco después se oyeron series de disparos, atribuidos luego a la propia policía, aunque su objetivo no ha sido confirmado.
Según NTV, una de las dos explosiones tuvo lugar en la calle que rodea el estadio y la otra en el lado opuesto del recinto, en el parque Maçka.
El estadio dista poco más de 500 metros de la céntrica plaza de Taksim y en sus inmediaciones se hallan numerosos hoteles importantes.
La cadena CNNTürk mostró a los empleados de un hotel barriendo una gran cantidad de vidrios rotos, producto de la deflagración, y en las redes sociales se compartían imágenes de incendios y columnas de humo.
El Bursaspor, que había perdido el encuentro contra el Besiktas por 2-1, confirmó que no hay heridos entre sus seguidores, ya que éstos habían abandonado el estadio «cinco minutos antes» de que estallara el coche bomba, cerca de la puerta de visitantes.
EFE