El príncipe Enrique de Inglaterra cerró hoy en Guyana una gira de catorce días que le ha llevado por siete países del Caribe, donde ha representado a su abuela la reina Isabel II de Inglaterra.
Antes de dejar Guyana, el hijo menor de Carlos de Inglaterra, se reunió con la esposa del primer ministro, Sandra Granger, quien organizó una recepción en la sede del Ejecutivo, al que acudieron madres jóvenes y víctimas del tráfico de personas.
El príncipe estuvo departiendo con ellas a las que preguntaba previamente si estaban dispuestas a compartir sus experiencias y, posteriormente, escuchaba interesado.
En una entrevista con un medio local, Granger explicó que la idea de que el príncipe departiera con dicho grupo partió de una reunión de planificación del viaje celebrada con el alto comisionado británico, Greg Quinn.
En ese sentido, Granger explicó que el príncipe había solicitado reunirse con «grupos vulnerables» y «cuando sugerí que lo haríamos con víctimas del tráfico de personas, estaba encantado. Quería entender las circunstancias de estas chicas».
A lo largo de los encuentros «el príncipe interactuó abiertamente con ellas y parecía muy interesado en sus vidas».
«Las chicas fueron muy sinceras con él. Cuando sabes que ellas han sido criticadas y apartadas en la sociedad, es un subidón para ellas. Es algo que no olvidarán», agregó.
A última hora del sábado, el príncipe Enrique de Inglaterra visitó un poblado amazónico en Guyana que ya había visitado su padre hace 16 años y se atavió con un tocado de plumas, que ayer su hijo también lució convirtiéndose por un día en jefe del poblado.
Previamente visitó las cataratas de Kaieteur (centro), el Centro Internacional de Conservación Iwokrama International Conservation Centre (IICC, en inglés) y el Surama Eco-Lodge. EFE