Ubicada a solo 40 kilómetros de las cataratas del Iguazú, una de las siete Maravillas naturales del mundo, la central hidroeléctrica binacional Itaipú se ha consolidado como una importante atracción de Brasil, con 19 millones de visitantes desde que fue adaptada al turismo en 1977.
La cifra de visitantes en casi 40 años fue divulgada este mes, cuando la planta compartida por Brasil y Paraguay en el río Paraná recuperó su título como mayor generadora del mundo al alcanzar los 100 millones de Megavatios-hora (MWh) en un año, por encima del anterior récord, que poseía la china Tres Gargantas con algo más de 96 millones MWh.
La central de Itaipú comenzó a operar plenamente en 1982, casi diez años después de que Paraguay y Brasil firmaran el Tratado mediante el que crearon una zona ‘binacional’ para aprovechar de manera conjunta el potencial hidroeléctrico del río Paraná, que separa ambos países.
De esta manera, es la empresa binacional la que controla el acceso al recinto, que se rige por unas leyes creadas para la ocasión, pues se puede cruzar de orilla a orilla sin pasar por aduanas, ya que el territorio pertenece tanto a Paraguay como a Brasil.
En un pequeño hall en el acceso a la presa, un mural conmemora a todos los visitantes y cifra cuántos turistas han llegado procedentes de 203 países distintos: desde los diez millones de brasileños y casi cuatro millones de argentinos hasta el único visitante de Burundi, pasando por los cerca de 200.000 españoles.
El principal grueso de los visitantes apuesta por la visita guiada por la central y el paseo en catamarán para ver la puesta de sol en el lago.
Un autobús lleva a los curiosos desde la zona brasileña hasta la paraguaya, con una parada en la parte superior de la presa, y, posteriormente, hacia dos miradores.
Tanto desde los miradores como desde la zona más alta de la central se puede contemplar el inmenso muro que atrapa el agua antes de caer con fuerza por los 20 tubos con sus respectivas turbinas y separar de nuevo los dos países que, más abajo, une el llamado Puente de la Amistad.
Entre tanto, en su paseo por las entrañas de la central, donde una línea simbólica separa Paraguay y Brasil, los turistas, que se toman innumerables selfis, se encuentran en un territorio compartido por ambos países.
Una hora antes del atardecer, sale un barco desde la zona brasileña para dar una vuelta por el lago Itaipú y admirar la puesta de sol en un entorno donde aún asoman árboles que 40 años atrás fueron inundados por la construcción de la presa.
Decenas de turistas se acerca a las barandillas para disfrutar del momento, ya sea con amigos, familia o pareja, mientras la música relajante invita a tomar algo.
Con la vista puesta en la atracción de más y más turistas, Itaipú ofrece todo tipo de actividades a ambos lados del río Paraná, como la visita a un modelo a escala de la presa o la exposición de imágenes de la historia de la central en un pequeño teatro.
Un museo en Paraguay y otro en Brasil también forman parte del #TurismoItaipu, la etiqueta con la que se promociona la central en las redes sociales.
Un paseo en bicicleta o carrozas por un refugio biológico con fauna y flora de la zona, que termina con tirolinas, o la iluminación de la presa por la noche, también llaman la atención de aquellos que, al viajar hacia las cataratas de Iguazú, programan un día más para visitar una central hidroeléctrica. EFE