Diversos son los pequeños negocios que en Venezuela han cerrado sus puertas por la crisis económica que atraviesa el país caribeño, pero en medio de esta misma situación han surgido proyectos de emprendedores que han alcanzado el éxito, gracias a la creatividad y el esfuerzo de «héroes».
Según el director de la red de emprendimiento Opción Venezuela, Félix Ríos, quienes están emprendiendo en Venezuela son una especie de «héroes», porque se requiere de mucha creatividad para poder «desarrollar» un negocio frente a todas las dificultades que están atravesando los ciudadanos de ese país.
Sin embargo, destacó que pese a las adversidades, diversos negocios han alcanzado el éxito.
Según el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), más de dos millones de personas al año buscan emprender en Venezuela, pero de esa cifra sólo un 10 % logra mantener su negocio por más de tres años, dijo a Efe Ríos.
Y esto se debe, según Ríos, a que son pocos los emprendedores que logran «madurar» y superar las dificultades con su negocio.
Un caso de negocio exitoso es el negocio de Judith Suniaga y Héctor Manzanillo, quienes tienen una pequeña empresa que lleva el nombre de Suma Deportes, un proyecto que surgió de la necesidad de reconstruir un lugar descuidado y de la oportunidad que se presentó para ello.
Se trata de un área de piscina que incluye un pequeño restaurante y que tiene como fin ofrecer distracción y un ambiente de disfrute para la familia.
De acuerdo a lo contado por Suniaga a Efe, el proyecto inició sin un capital suficiente, pues sólo contaban con sus ahorros; sin embargo, decidieron asumir este reto debido a que, «en una economía más normal hubiesen pedido mucho más currículum, mucho más avales, estados de cuenta, (…) y aquí hizo falta mucho menos que eso».
«Todo el mundo habla de lo difícil que es emprender acá (en Venezuela) pero también es cierto que nosotros, por lo menos nosotros, en las condiciones que lo hicimos no lo hubiésemos podido hacer en otro lado. Nosotros lo hicimos sin dinero, sin un capital y eso lo pudimos hacer porque es acá «, afirmó Suniaga.
Para asumir el mantenimiento de la piscina, la única alternativa que Suma Deportes tiene es pagar el costo de los productos de limpieza al precio que lo consigan, pero para la oferta gastronómica, cuando no tienen algún plato alimenticio, intentan compensar con un mejor servicio y una mejor atención.
Cabe recordar que Venezuela atraviesa una severa crisis de escasez de productos de primera necesidad que incluye alimentos, medicinas, repuestos y otros artículos básicos.
Y en medio del problema de escasez y desabastecimiento alimenticio los representantes de Suma Deportes han procurado que la oferta gastronómica no sea el «ancla» del negocio «sino que sea más bien el servicio que ofrecemos», apuntó Suniaga.
El secreto de emprender en Venezuela, dice, está en «ser siempre ingenioso, creativo, adaptable y flexible a los cambios», debido a que considera que en un país «las condiciones siempre cambian» y los «procesos son dinámicos».
Sin embargo, para Luisa Lopenza creadora de Chili Cakes, la perspectiva es distinta porque su negocio tiene que ver con alimentos aunque sostiene, que pese al viento en contra, su negocio es exitoso.
Asegura que en la actualidad subsiste en la economía venezolana luchando contra la corriente ya que en este momento comprar un pastel para una celebración en el país caribeño «se volvió completamente un lujo».
«Hay gente que paga la torta (pastel), pero hay gente que no puede darse ese lujo», contó Lopenza a Efe.
Además explicó que con la subida de precios de los productos básicos para repostería, como la mantequilla, la harina y el azúcar, cada vez se hace más difícil establecer un precio de venta al consumidor que le sea accesible.
Y es que, no se trata simplemente de los precios que suben «diariamente» sino también de que «no se consigue la materia prima» ni los materiales para entregar y decorar el producto final como los «cartones para poner la torta, ni la cinta», entre otras cosas, aseguró Lopenza.
Ante esta difícil situación, y luego de sorprenderse por encontrar azúcar pulverizada en un precio de 9.000 bolívares (13 dólares a la tasa oficial), la repostera tomó la «difícil» decisión de salir de su país y trasladarse a Buenos Aires, con el anhelo de poder establecer su idea de negocio en la capital argentina.
Pero, pese que ha se ha ido de Venezuela, su negocio no ha cerrado las puertas pues su madre se ha quedado a cargo, aunque Lopenza dice ser consciente de que cada vez se vuelve más complicado seguir con la empresa en el país caribeño, si persiste el desabastecimiento y la escasez.
«Hemos tratado de ajustar los precios y ofrecer otras cosas que sean accesibles para las personas», agregó al asegurar que quiere y tiene ganas de seguir con su proyecto en su país, pero que existen muchas limitantes, como eso de los «ingredientes» y es precisamente por eso «que muchos jóvenes han abandonado a sus proyectos».
EFE