La voz de las urnas ha sumido en la incertidumbre uno de los hechos políticos más relevantes de los últimos años en el continente americano, la normalización de las relaciones cubano-estadounidenses, como ya lo hizo antes con el no menos importante proceso de paz en Colombia.
La paz quedó en el aire el mes pasado en el caso de Colombia por la victoria del «no» en un plebiscito y un signo de interrogación se cierne desde este martes sobre la amistad o la reconciliación de Cuba y Estados Unidos debido a que el republicano Donald Trump ganó las elecciones presidenciales.
Entre las muchas promesas hechas por Trump durante la campaña para las elecciones de este martes está el revertir la política de Estados Unidos hacia Cuba seguida por el hoy mandatario, Barack Obama, quien ha emitido varios decretos para poner en marcha medidas propiciatorias del deshielo.
Al igual que en el caso del plebiscito en Colombia, las encuestas sobre la elección presidencial en Estados Unidos se equivocaron.
La mayoría de los sondeos daba el lunes a la demócrata Hillary Clinton una victoria, estrecha eso sí, sobre Trump, por lo que el triunfo del millonario neoyorquino tomó por sorpresa a casi todos.
Pero quizás la coincidencia más importante entre ambos procesos es que sus respectivos detractores consideran que están desequilibrados, pues alegan que ha habido demasiadas concesiones por parte de uno de los dos lados.
En el caso de Colombia el expresidente Álvaro Uribe y otros líderes del «no» reiteran que el presidente Juan Manuel Santos, ganador del Premio Nobel de la Paz por este «embrión de acuerdo», como lo llamó el exmandatario Andrés Pastrana recientemente, les dio a las FARC prácticamente todo lo que pedían.
En cuanto al proceso de acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, que se anunció después de negociaciones secretas a fines de 2014, también han surgido voces, especialmente entre la oposición de dentro y fuera de la isla, para denunciar que Obama ha dado pasos que favorecen al Gobierno de Raúl Castro, pero este no ha hecho nada en contrapartida.
Las críticas se centran en el tema de los derechos humanos, pues la oposición denuncia que, lejos de aflojar, la represión se ha acentuado, mientras el Gobierno de Washington sigue abriendo su mercado a productos cubanos y las empresas estadounidenses invirtiendo y haciendo negocios con Cuba.
Las organizaciones del exilio cubano en Miami, que salvo una contada excepción, no han tomado partido en esta elección presidencial estadounidense por uno u otro candidato, han visto en el triunfo de Trump una manera de que sus quejas en ese sentido sean escuchadas.
Lo cierto es que Cuba no fue un tema candente durante la campaña electoral y sí surgió al final fue porque ambos candidatos peleaban codo a codo en Florida, donde el voto cubano tiene todavía peso en el sur del estado.
Bastó con que Trump manifestase que el proceso de normalización con Cuba no estaba dando beneficios desde el punto de vista de la libertad del pueblo cubano y prometiese cambiar eso si llegaba a la Presidencia para que una de las organizaciones más radicales del exilio rompiera su neutralidad de 55 años en las elecciones estadounidenses.
La Brigada 2506, que agrupa a sobrevivientes de la fallida invasión de Bahía Cochinos (Cuba) en 1961, hizo público su apoyo a Trump, quien visitó su sede el 25 de octubre y acusó a Clinton de no preocuparse de los «abusos» del Gobierno cubano.
Lo que está por ver es si cumplirá su promesa de revertir totalmente lo hecho por Obama con relación a Cuba, en donde el propio Trump sondeó la oportunidad de invertir en los años 80, según salió a relucir en la prensa durante la campaña.
Fuentes del exilio consultadas por Efe dudan que las cosas vayan a volver a la situación anterior, pero están esperanzados con que el nuevo Gobierno le exija a Castro apertura en materia política y de libertades. EFE