Alarma, incertidumbre y miedo son algunos de los sentimientos que se entremezclan en los millones de latinos ante la posibilidad de que Donald Trump se convierta en presidente y puedan llegar a hacerse realidad algunas de sus promesas electorales en contra de la comunidad inmigrante.
A pocas horas para que se abran los centros electorales, la nicaragüense Nora Sandigo dijo hoy a Efe que la comunidad está «aterrada por las consecuencias enormes y dramáticas» que puede haber en caso de que el candidato republicano gane este martes, una opción posible según los sondeos, que sitúan a la demócrata tres puntos por delante, aunque dentro del margen.
Sandigo, que es tutora legal de cerca de 800 niños estadounidenses de padres deportados y además vela por otros 500 hijos de inmigrantes, también afirmó que los pequeños de los que está a cargo son los que más sufren estos días.
«Los niños ven las noticias y saben lo que está pasando, hay miedo porque ha crecido la hostilidad y el odio», insistió esta activista, residente en Florida, uno de los estados decisivos en esta contienda.
A miles de millas de distancia pero con idénticas sensaciones, la residente en Arizona Blanca Rosales dijo que «es difícil tan siquiera imaginar» un escenario en el que Trump salga victorioso y confesó que su miedo reside en «las redadas, deportaciones y separaciones de familias que se puedan dar».
Su estado, que ya alberga una de las leyes antiinmigración más duras de Estados Unidos, fue el territorio propicio que el candidato a la Presidencia escogió para presentar su plan migratorio.
Trump convirtió en estandarte de su campaña la construcción de un muro fronterizo con México, pero detrás de la polémica joya de su corona también aparecen planes de fuerzas de deportación masiva y la intención de revocar la orden ejecutiva del programa de Acción Diferida (DACA) que libró de la deportación a miles de jóvenes.
El director ejecutivo del Centro Educativo y de Inmigración «One Stop», Juan José Gutiérrez, también expresó en un comunicado que están «bajo el asedio de un aluvión implacable de ataques racistas del candidato republicano».
Ese desasosiego lo comparte la mexicana Sofía N., que prefiere no indicar su apellido, vive como indocumentada desde hace 12 años en el país, es madre de una niña estadounidense de 3 años y ha podido vivir y trabajar durante estos años.
«Si Trump gana, todo eso se puede acabar», temió.
En una campaña electoral tan polarizada y con mensajes tan rotundos contra la población indocumentada del país, las encuestas pronostican que la gran mayoría de la población hispana votará por la demócrata Hillary Clinton.
La directora de Promesa Arizona, Petra Falcón, reconoció que hay «rumores» de familias que dejarán el país si Trump gana, pero espera que, tras años de «luchar» por sus derechos en Arizona, los latinos salgan a votar con más fuerza «por la persona que crean que va a representar mejor a sus familias en la Casa Blanca».
Tanto asociaciones latinas como organizaciones de derechos humanos se han movilizado en este sentido y, en masa, piden el voto a favor de Clinton.
Un ejemplo más es el del director político de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (Chirla), Apolonio «Polo» Morales, que en un mensaje reivindicó que «esta elección decidirá el futuro de las familias inmigrantes».
Kika Matos, directora de Justicia Racial y Derechos de los Inmigrantes del Centro para el Cambio Comunitario (CCC), espera que de los 27,3 millones elegibles para votar en estos comicios los que opten por Trump sean «el mínimo».
En 2012 acudió a las urnas el 48 % de los latinos elegibles para votar, un porcentaje que se prevé que aumente por el temor a Trump y porque lo que suceda a partir del miércoles puede marcar el resto de sus vidas. EFE