La convergencia en la diversidad propuesta por Chile para la cooperación entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur se perfila como el modelo de integración idóneo para América Latina, coincidieron hoy ministros y altas autoridades en un seminario sobre desafíos de la región celebrado en Santiago.
«Si en América Latina queremos tener un crecimiento con inclusión del 4 o el 5 por ciento, necesitamos hacerlo con integración. En este sentido, la iniciativa chilena de buscar la convergencia entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur es muy positiva», destacó el director del Banco de Desarrollo de América Latina-CAF, Enrique García.
García fue uno de los panelistas que participaron este lunes en un seminario internacional organizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile para debatir sobre los nuevos escenarios políticos y económicos de la región y los desafíos globales.
El encuentro contó también con la participación de los cancilleres de Chile y Uruguay, Heraldo Muñoz y Rodolfo Nin, respectivamente; la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan; la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena; exministros, académicos e intelectuales.
«En Europa conviven y se entienden perfectamente Gobiernos de izquierda y de derecha. Esto, lamentablemente, se ha perdido en América Latina en los últimos diez años», se quejó el responsable de CAF.
«China concentra sus inversiones en América Latina en las materias primas. ¿Es eso lo que nos interesa? No. Si nos quedamos en el tema del comercio, no vamos a avanzar nunca», aseguró García.
En este sentido, propuso que la región duplique la inversión en infraestructuras desde el actual 3 por ciento del PIB, una decisión que debe impulsar el sector público en alianza con los empresarios.
«La convergencia entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur no requiere de la firma de ningún acuerdo. Se trata simplemente de articularla en la práctica», señaló el argentino Felix Peña, director del Instituto de Comercio Internacional.
«Es un buen momento para hablar del Mercosur, porque no está bien. La buena noticia es que nos estamos independizando de los dogmas, que podemos poner en cuestión el propio concepto de integración», agregó.
A juicio de Peña, doctor en Derecho y exsubsecretario de Comercio Exterior, «tanto los dirigentes políticos de Argentina como los de Brasil son conscientes de que, por muy imperfecta que sea, no se puede poner en cuestión la forma de trabajar juntos en la integración».
«Tenemos que reconocer que no estamos frente a una crisis existencial del Mercosur. Nadie se plantea retirarse. Más bien estamos ante un problema de metodología», consideró Peña, miembro del Grupo Mercado Común de esta alianza de integración creada en 1991.
La existencia de un arancel único y la reciprocidad de derechos y deberes son, según Peña, los pilares básicos del bloque, a los cuales se deben añadir ahora acuerdos sectoriales para potenciar las cadenas de producción, flexibilidad para atraer capitales hacia los países miembros y conectar el Mercosur con las necesidades de los ciudadanos.
«Si no hay una integración inteligente entre nosotros, no podrá haber una diversificación productiva de la región», planteó por su parte la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan, para quien «en América Latina, las capacidades no siempre han estado en sintonía con las oportunidades».
«El debate no es manufactura versus agricultura, sino que todo lo que hagamos tenga un valor agregado, y se trata de escoger métodos de producción adecuados, más que sectores», dijo.
Grynspan abogó por «más integración», pero «no para aislar a América Latina del resto del mundo, sino para practicar un regionalismo abierto».
Partidaria de una visión pragmática que se plasme en una colaboración entre los sectores más competitivos de cada país, la secretaria general iberoamericana recordó que mientras que en el pasado se hablaba del desarme arancelario, ahora se aborda el desafío de encadenar la producción a nivel regional.
Respecto a los bloques regionales, Grynspan subrayó que América Latina es la única región bioceánica del mundo.
«No queremos fragmentarnos, sino aprovechar esta condición para propiciar una mejor integración» entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur, consideró.
Si el Mercosur logra alcanzar un acuerdo con la Unión Europea, todos los países de la región, excepto Bolivia y Venezuela, habrán sellado alcanzado acuerdos con las dos principales potencias económicas, Estados Unidos y la UE, subrayó Grynspan.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Rodolfo Nin, enfatizó que «América Latina puede actuar como un bloque único, sólido y confiable».
Nin se refirió al caso de Nueva Zelanda tras la firma de Acuerdo de Asociación TransPacífico (TPP, por sus siglas en inglés). «Este país -dijo- es el gran ganador del TPP, porque ahora tiene un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, primera potencia exportadora del mundo, Japón (3ª) y Canadá (10ª)».
«Nuestra vocación es aperturista e integracionista (…), el principal desafío que tenemos es separar el comercio de la ideología», aseguró el canciller uruguayo. EFE