Sin tomar partido, salvo una sonada excepción, las organizaciones del exilio cubano en Florida siguen de cerca la campaña electoral que hoy concluye en Estados Unidos, aunque pocos creen que el resultado de las elecciones presidenciales de mañana 8 de noviembre vaya a tener un efecto dramático en Cuba.
Salvo la Brigada 2506, que ha hecho público su apoyo al candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, las organizaciones han mantenido neutralidad en la contienda electoral del país donde tienen su sede, que no es el que les quita el sueño a sus miembros.
Otra cosa distinta son los cubano-estadounidenses, los nacidos en Estados Unidos, que están más interesados en lo que ocurre en EE.UU. que en la isla de sus mayores y son una fuerza electoral importante en un estado vital en estas reñidas elecciones.
Los representantes de organizaciones del exilio consultados por Efe coincidieron en que hay «más afinidad» con los candidatos originarios de Cuba o que tienen propuestas u opiniones sobre la isla que con otros.
En estas elecciones Cuba no ha sido un tema candente, pese a que son las primeras desde el inicio del acercamiento entre los dos países después de más de medio siglo de enemistad.
«Los acontecimientos que han pasado en estos últimos dos años nos han empujado a dar a conocer nuestro punto de vista», dice a Efe Humberto Díaz-Argüelles, presidente de la Brigada 2506, que agrupa a los supervivientes de la invasión de Bahía Cochinos (Cuba).
Sobre la decisión del grupo de apoyar por primera vez en su historia a un candidato presidencial estadounidense, Díaz-Argüelles asegura que tiene que ver con su rechazo al proceso de normalización de relaciones con Cuba iniciado por el presidente estadounidense, Barack Obama.
Trump, que visitó la sede de la brigada en Miami el 25 de octubre, ha prometido que si llega a la Casa Blanca revertirá todo lo hecho por Obama respecto a Cuba, dice el veterano de Bahía Cochinos, de 74 años.
Aunque le duele todavía el recuerdo de la «traición» de John F. Kennedy, que, según dice, dejó «abandonados» a los cerca de 1.800 cubanos que fueron a invadir la isla en una operación organizada por la CIA, eso no le impide creer en las promesas a Trump.
Tampoco hace caso de las informaciones de prensa que indican que el aspirante republicano trató en los años 80 de hacer negocios en Cuba. «Eso es película vieja», dice.
Lo importante para los brigadistas es que Hillary Clinton, la candidata demócrata, ha prometido seguir la política de Obama hacia Cuba y eso significa, consideró, hacer «más concesiones» a los Castro.
Ramón Saúl Sánchez, del Movimiento Democracia, opina, por el contrario, que la promesa de Trump de volver al «punto cero» la relación entre Estados Unidos y Cuba es «un acto desesperado» por captar votos en Florida.
Una cosa es lo que se dice en la campaña y otra lo que se hace al llegar al poder, cuando lo que manda son las políticas de Estado, afirma este líder político.
A juicio de Sánchez, gane quien gane las elecciones de mañana, ni Trump ni Clinton «podrán revertir la nueva política hacia Cuba, porque hay muchos intereses en juego».
Lo importante, según Sánchez, es que el nuevo inquilino de la Casa Blanca condicione la continuidad de la apertura a que haya concesiones también de parte cubana, que «es lo que hasta ahora» no se ha visto desde que se anunció el «deshielo» a fines de 2014.
A juicio de Sánchez, el nuevo presidente estadounidense debería establecer que las empresas de su país que hagan negocios en Cuba estén sujetas a las normas de responsabilidad social conocidas como Sullivan o Arcos, de manera de garantizar a sus trabajadores cubanos los mismos derechos que a los de EE.UU.
También se debería suprimir el embargo e imponer en su lugar castigos personalizados a los responsables de violaciones de los derechos humanos, en forma de sanciones como las impuestas a funcionarios chavistas venezolanos.
Orlando Gutiérrez, del Directorio Democrático Cubano, cree que en estas elecciones va a quedar demostrado que los cubanoestadounidenses no favorecen «políticas de acercamiento con el castrismo».
No existe un «cambio» en el voto cubano, como están diciendo algunos analistas y medios, subraya Gutiérrez, quien opina que los exiliados mostrarán a la hora de votar su «radical oposición» a amigarse con el castrismo.
«No se puede olvidar a los miles de fusilados, a los cientos de miles de presos, a los miles de personas desaparecidas en el Golfo de México o el estrecho de Florida (…)», dice Díaz-Argüelles. EFE