El grupo terrorista Estado Islámico (EI) utilizó en Irak y Siria gas mostaza como arma química contra las fuerzas de seguridad y los civiles, y tiene capacidad para volver a hacerlo, advirtió hoy el subsecretario encargado de Control de Armas y Seguridad Internacional de Estados Unidos, Thomas Countryman.
«El Estado Islámico ha desarrollado y usado gas mostaza como un arma en Irak y Siria y tiene capacidad de seguir utilizándolo», dijo Countryman tras la sesión inaugural de la Conferencia de los Estados parte de la Convención de Armas biológicas que tiene lugar en Ginebra.
El diplomático aseguró que EEUU colabora con el Gobierno iraquí y la coalición internacional que lucha contra la organización yihadista «para reducir su capacidad de obtener las materias primas y producir armas químicas».
Como parte de esos esfuerzos, EEUU ha proporcionado Irak equipos para la detección de químicos y de protección personal a las autoridades de ese país, particularmente del Ministerio del Interior y la Policía, así como a las tropas que participan actualmente en la batalla para liberar Mosul.
La segunda ciudad de Irak está bajo dominio del Estado Islámico desde mediados de 2014 y las fuerzas iraquíes, apoyadas por milicias afines y tropas kurdas, lanzaron a mediados de octubre una ofensiva para recuperar su control.
Countryman reflexionó sobre el peligro que, en términos de producción y almacenamiento de armas prohibidas, supone que el EI controle vastos territorios tanto en Irak como en Siria.
«No se puede permitir que un grupo terrorista tenga una base de operaciones estable donde puede montar instalaciones de producción de estas armas. Por esto la ofensiva de Mosul es tan vital no sólo para el pueblo iraquí, sino también para prevenir la futura producción de armas químicas», opinó.
«Es un hecho que las ciencias biológicas avanzan rápidamente y tanto armas químicas, como biológicas o nucleares pueden ser producidas en un espacio muy reducido, con poco equipo y personal, así que si hablamos de su posible producción y uso, claro que es algo que nos preocupa», comentó.
El funcionario consideró que éste y otros riesgos deberían ser parte de una comunicación permanente entre los Estados parte de la Convención y no sólo parte de la agenda que abordan cada cinco años, entre conferencia y conferencia.
La Convención de Armas biológicas tiene 175 Estados parte y prohíbe la producción, adquisición, transferencia y almacenamiento de este tipo de armamento, que se considera que tiene fines de destrucción masiva.
Durante las próximas tres semanas, delegados gubernamentales, expertos en ese tipo de armamentos y científicos en el campo de la biología debatirán sobre cómo reforzar ese instrumento jurídico, que data de mediados de los años setenta.
Entre las revisiones que requiere la Convención está la de ponerla al día frente a las nuevas amenazas que representa el acceso a las armas biológicas por parte de actores no estatales.
«No me cabe duda de que si el Estado Islámico tuviese medios concretos para producir armas biológicas lo intentaría… pero al mismo tiempo sé que han matado mil veces más gente con armas convencionales que con biológicas», señaló Countryman.
Frente a esta problemática, el representante estadounidense dijo que una de las tareas más urgentes es que todos los Estados tomen medidas para criminalizar la posesión, uso y transferencia de armas bacteriológicas, como lo exige la Convención.
«Hay cierto número de Estados que son parte de esta Convención y todavía no lo han hecho… que no tienen mecanismos efectivos de control de exportaciones para mantener las materias primas lejos de las manos de quienes pueden hacer mal uso de ellas», enfatizó. EFE