Amistad, encuentro, placer y tranquilidad son algunos de los sustantivos con los que los argentinos relacionan el mate, una bebida que hoy celebra su día nacional y que en el siglo XXI también se comparte a través de las redes sociales.
Bajo el lema «Todo está en el mate», el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) lanzó hoy una campaña en internet para conocer qué significa para los argentinos consumir esta «poción» milenaria que, desde hace dos años, celebra el 30 de noviembre el Día Nacional del Mate.
En la red social Twitter fue tendencia la etiqueta #DíaNacionaldelMate, frase con la que usuarios se animaron a subir una foto con su mate acompañada de mensajes como «Madurar es tomar mate solo» o «Las mejores conversaciones siempre aparecen cuando está el mate».
El presidente argentino, Mauricio Macri, también se animó a publicar un tuit en la red: «Hoy es el #DiaNacionalDelMate, me alegro que mi pueblo pueda festejarlo. Recomendamos no derrochar y poner a secar la yerba mate al sol».
Años atrás los «materos» crearon comunidades en Facebook para conseguir que se declarara el día nacional de la infusión. Desde que lograron su objetivo reclaman la creación de un emoticono en el que aparezca el mate.
La fecha escogida conmemora el nacimiento de Andrés Guacurarí y Artigas, el primer gobernador indígena de la historia argentina al frente de la llamada Provincia Grande de Misiones, lugar que hoy ocupa el nordeste del territorio nacional y donde mayor cantidad de yerba mate se cultiva.
A lo largo de los tiempos, se han desarrollado distintas maneras de tomar una yerba que descubrieron los guaraníes y que cuenta con un ritual que surgió al calor del fuego y que es «parte del ADN argentino» explicó a Efe Valeria Trapaga, la primera sumiller del mundo especializada en cata de yerba mate.
En virtud del principio de «reciprocidad», que establecía que «no es más rico el que más tuviera sino el que más capacidad tuviera de compartir», esta comunidad indígena instauró la costumbre de pasarse el recipiente de mano en mano y siempre de forma circular.
«Es una bebida que nunca la tomé por tener sed, que siempre representó afecto, compañía, hospitalidad (…) y que tiene una magia que ninguna otra bebida tiene, es la única que se comparte», aseguró Trapaga.
Inicialmente, se consumía en un recipiente de barro en el que los dientes del bebedor separaban el líquido de la yerba como si de un colador se tratara.
Hoy, en cambio, el contenedor es de calabaza y la bombilla es el elemento «sagrado» que no debe tocarse y que pasa «de boca en boca», un hábito que resulta «raro» para los extranjeros, explicó la sumiller de Taragüi, empresa líder en el sector.
«Si me dejan un vaso para compartir, lo más probable es que le dé la vuelta para beber por el otro lado. Si tengo que tomar una sopa de la misma cuchara que otra persona, no la tomo. En cambio, el mate lo comparto porque todos los que vivimos aquí incorporamos esa costumbre de forma natural», añadió Trapaga.
Esta catadora, que introduce a los «materos» en el protocolo de la infusión, explicó que la temperatura «ideal» para consumir este brebaje es de 75 grados.
Además, aseguró que la textura o el color reportan «muchísimos datos» de una calidad que se percibe a través de los cinco sentidos.
Tras quince años dedicándose a educar paladares, confesó seguir teniendo una «adicción afectiva» a una bebida que empezó a consumir con siete años y que según ella forma parte del día a día de nueve de cada diez argentinos.
Giuliano Fessia, entrenador personal y periodista en formación, comentó a Efe que no concibe amanecer sin mate.
Aunque reconoció que cuenta con propiedades digestivas y elimina grasas, su significado es «la base».
En su opinión, la bebida representa «la unión» e invitar a tomar mate puede ser una excusa para iniciar relaciones amorosas o de amistad.
«Cuando entro en casa lo primero que hago es preparar un mate», dijo Franco Terrile, hombre de 54 años que realiza dos veces al día el ritual.
«Cuando era niño mi madre me daba mate. Lo asocio al despertarse, a la familia, al sentirse mejor, a hacer una pausa en el día», agregó Terrile.
Para Matías Pagni, un joven actor, «es una compañía que no entiende de clase social. Fue una compañía cuando yo no tenía casa. En medio de ese frío el mate me calentaba, me daba esperanzas», confesó a Efe.
«Es una ceremonia a la hora de prepararlo, tratas de sorprender al otro, de impresionarlo. Lo he tomado en los mejores lugares, es como una parte de mi cuerpo, está siempre presente», aseveró.
A pesar de que está concebido para ser compartido, con el tiempo se puede «aprender» a tomar en solitario y ser un momento de tranquilidad, afirmó Claudio, consumidor habitual de la infusión.
El mate es la infusión más consumida en argentina con una penetración del 85 % y un promedio de 3 preparaciones diarias, según indicó la empresa Taragüi.
Principalmente Uruguay, pero también Bolivia, Chile, Paraguay y Brasil, son los otros países que en mayor o menor grado aglutinan a los mayores consumidores de una yerba que no tiene fronteras. EFE